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«Hijo de camarero, camarero». Estas palabras se aferraron al subsconsciente de Fernando cuando era sólo un crío. El temor de su padre -quien regentaba una cafetería en Salamanca- a que siguiera sus pasos hacía que le alejara siempre de la barra. Quién le iba a decir entonces que montaría un bar. «Siempre he tenido esa espinita», comenta Fernando, el propietario de la Gastroteca 'Oslo'. Hace dos años consiguió cumplir uno de los deseos que tenía pendientes: 'desobecer' a su padre y hacerse un hueco en la hostelería de la capital.
Eso sí, «con algo innovador». En junio de 2022 abre la gastroteca en la zona de pinchos por excelencia de la ciudad, Van Dyck, e introduce una novedad en la oferta gastronómica: el pan brioche. «Hablé con un amigo, que trabaja también en la hostelería de Salamanca, y le expliqué que quería ofrecer algo original», comenta Fernando. Durante esa conversación surgió la clave diferenciadora. «Me contó que un cocinero suyo había visto en Madrid un local, John Barrita, que se dedicaba a hacer bocaditos con pan brioche», explica.
Bares con historia
Ahí se le encendió la bombilla y se propuso convertirse en el primer local que introdujera este tipo de pan. «En otros sitios ya estaba más normalizado pero aún en Salamanca no se había probado», añade. Coinicidó esta incorporación con una propuesta de McDonald's con este tipo de pan en una hamburguesa, «y la gente se familiarizó aún más», aclara Fernando. A partir de ahí, todo ha venido rodado. «Nosotros hacemos lo que se nos da bien, que es esto, y cuando hemos intentado incorporar otras cosas no nos han funcionado», añade.
Con una oferta gastronómica muy clara, basada en gran medida en su especialidad, se han convertido en una referencia en la ciudad. «Vendemos aproximadamente unos 4.000 brioche al mes, es una pasada», asegura. Tal es así que muchos, por el boca a boca, acuden a Van Dyck con la dirección del 'Oslo' escrita en el Google Maps. «Mucha gente nos ha comentado que ha venido a esta zona para probarlo», apunta.
A pesar de estar en una zona de pinchos, el 'Oslo' no encaja en la dinámica de Van Dyck. Pocos son los que hacen de esta gastroteca una parada en la ruta de tapas y muchos son los que, por el contrario, apuestan por este local para sentarse con tiempo a disfrutar de la gastronomía. «Es verdad que la gente no nos asocia mucho al ritmo de esta zona», reconoce Fernando. «Más que a picar la gente viene a cenar, a partir de las ocho de la tarde estamos llenos», apunta.
En un entorno donde mucha de la oferta gastronómica está relacionada con las tostas, las raciones charras o los fritos -parte de la esencia del Van Dyck- el 'Oslo' compite con otra variedad. «Vemos que quien viene aquí no tiene esa idea sino que viene por otra cosa», asegura Fernando.
Las reseñas positivas en Google suben el ánimo. Los comentario en redes sociales animan a seguir. Y los 'muy rico todo' alegran la jornada. Pero que un grupo de una decena de personas te aplauda por tu trabajo, supera todas las expectativas. Eso es lo que vivió Esteban, uno de los cocineros del 'Oslo', hace apenas una semana. «Un grupo de malagueños le pidió que saliera de la cocina para felicitarle por la comida y le aplaudieron», comenta uno de los camareros. Una ovación que sabe tan rica, o más, como los platos que probaron ese grupo de andaluces.
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