La papelería de Salamanca que nació del regreso de unos emigrantes y resiste desde 1987
Papelería Pin-Fol, en la avenida Alfonso IX de León, la abrió un matrimonio tras volver de Francia -donde emigraron- y hoy la mantiene una segunda generación
La historia de Pin-Fol comienza mucho antes de abrir sus puertas en Salamanca. Los padres de Javier Piñeiro pasaron más de veinte años en Francia como emigrantes hasta que decidieron regresar y montar un negocio propio. «No sabían qué poner y al final pusieron una papelería, sin saber lo que era un Bic ni nada», recuerda Javier. Desde 1987, la tienda sigue en el mismo lugar y ha acompañado la transformación del barrio y la vida de varias generaciones de vecinos.
Al principio era más librería que papelería, pero con el tiempo el rumbo cambió. «Nos quitaron el almacén y ya era complicado, había que comprar los libros fuera y si te equivocabas, luego no te los cogían. Así que decidí dedicarme más a la papelería», explica. Hoy lo que más hace son impresiones, plastificados y material escolar, porque «los libros dan muchos problemas» y lo que busca es tener «más clientes vendiendo un poco más barato». Esa es una de sus bazas, los precios competitivos.
La tienda sigue siendo, ante todo, un negocio familiar. Javier lleva más de veinte años al frente, pero la presencia de su madre es constante. Ella recuerda aquellos primeros días con emoción: «Abrimos la tienda y nos ha ido bastante bien, aunque como en todos los negocios, también ha habido dificultades». Entre los tesoros que conservan está un dietario del año de apertura, con las cuentas de su padre aún en pesetas y sin estrenar: «Un tesoro desde el 87», dice Javier, orgulloso de guardarlo.
En estos casi cuarenta años, Pin-Fol ha resistido adaptándose a los tiempos. Antes el papel y el boli marcaba la contabilidad y la gestión, ahora todo se adelanta desde el ordenador. «Eso ha cambiado mucho», comenta la madre. Sin embargo, hay cosas que no cambian nunca. La familiaridad, la confianza y la profesionalidad que han dejado un negocio de toda la vida en el barrio de Garrido.
Testigos de la transformación de un barrio
El barrio, como la tienda, también ha cambiado mucho. Su madre lo describe con detalle: «Aquí había casitas pequeñas de frente, las tiraron y pusieron la avenida. Antes cruzábamos enseguida». Con cierta nostalgia, repasa cómo han visto crecer la zona y también a sus clientes: «Los niños que venían entonces ahora son padres, y vuelven con sus hijos e incluso abuelos que recuerdan comprar aquí. Eso es lo bonito«, resume Javier.
Hoy Javier mantiene vivo ese negocio que nació del esfuerzo de sus padres y que pretende extender hasta la jubilación. Su madre sonríe al imaginar un futuro relevo con el nieto, que ya se acerca curioso al mostrador: «Le dice su padre: a ver, enciende, dale ahí. Toca todo y aprende». Y entre recuerdos de emigración, cuentas en pesetas y generaciones de vecinos fieles, la papelería Pin-Fol se mantiene como un pedazo de historia del barrio.