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Estamos en un mundo cada vez más urbano, pero no necesariamente estamos viviendo mejor. A pesar de que las ciudades ofrecen muchas oportunidades que son positivas, también hay consecuencias que son negativas. Y entre ellas está el aumento de las desigualdades que tienen impacto directo ... en la salud con cifras tangibles de mortalidad causada por la mala calidad del aire.
Ese es el punto de partida desde el que Carolyn Daher, especialista en salud pública y coordinadora de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal, explica que para que las personas no perdamos calidad de vida necesitamos darle una vuelta a la planificación de nuestras ciudades. La salud es el argumento que esgrime esta experta y que no puede dejar a nadie indiferente porque afecta a todas las personas.
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Daher asegura que es necesario llevar zonas verdes a los barrios «si queremos que Salamanca sea una ciudad que prospere, de aquí a final de siglo tenemos que facilitar que den salud a la gente, las personas no tienen que estar recorriendo la ciudad para encontrarlos».
La experta, que participó en el reciente congreso Life Vía de la Plata sobre estrategias de adaptación al cambio climático para las ciudades Patrimonio, desmitifica la salud como el área de lo sanitario y los medicamentos y recordó que es un concepto mucho más holístico que abarca el bienestar físico mental y social. Así, explicó que depende de contextos laborales, sociales, económicos y también del entorno en el que vivimos en casi en una cuarta parte (un 23%). De ahí que cambiar nuestras ciudades sea una gran oportunidad para mejorar la salud de las personas.
En los últimos 60 ó 70 años hemos decidido otorgar más de la mitad del espacio público de las ciudades al tráfico. Eso, lamentó, ocasiona numerosos problemas y altos costes en enfermedad. Y no solo por la contaminación que produce. También porque impide el uso de ese espacio para otros usos que restauran nuestro bienestar. Aunque no duda que el diseño de las ciudades en su momento se creó con buenas intenciones pensando en cubrir las necesidades de sus habitantes, ahora queda patente que es disfuncional.
En este contexto hay que introducir también el cambio climático y sus consecuencias. «Se está vinculando con un tema ambiental y energético, pero en el fondo es un problema de salud», defendió.
«No estamos entendiendo que esto viene para todos. Lo hemos visto este verano: inundaciones, incendios, olas de calor y sequías vienen para todos. La crisis del cambio climático es una crisis de salud». Por ello recalca que hay que despolitizar los discursos en este campo porque lo que está en juego es la vida de las personas. El precio a pagar si no tomamos medidas augura que serán muertes, bajada de la calidad de vida e inhabitabilidad de nuestros propios hogares en según qué contextos.
Ya estamos viendo el alcance del problema. Las defunciones estimadas por un exceso de temperatura en la provincia este verano alcanzaron los 29 casos, pero en 2022 se alcanzaron los 141 decesos, siendo una de las provincias más afectadas de España. Las soluciones a todos estos aspectos para la especialista en salud pública pasan por dos aspectos imprescindibles, renaturalizar las ciudades y reducir el número de vehículos en las calles.
Aunque Salamanca no es de las peores ciudades en cuanto a la contaminación y sus parámetros se encuentran por debajo de las recomendaciones de la Unión Europea. No obstante, sí superan los límites que plantea la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así, remitió al ranking de ciudades de ISGlobal en el que se apunta que si la ciudad los redujera a los valores recomendados por la OMS de contaminación por partículas finas se evitarían 60 muertes al años, mientras que si se hiciera lo mismo con los de dióxido de nitrógeno se evitarían otras 39 defunciones más.
No obstante, no parece que el Ayuntamiento de Salamanca esté planteando estos objetivos. De hecho, ha dejado una enorme oportunidad de iniciar ese camino con la Zona de Bajas Emisiones. De hecho, hasta 2029 no habrá restricciones y por la zona de la ciudad que se supone más protegida del tráfico pasan diariamente 30.000 vehículos.
Daher recordó que el 50 por ciento de los viajes en coche en las ciudades se hacen para desplazamientos inferiores a 5 kilómetros, que son fácilmente asumibles por la movilidad activa. Está más que demostrado el vínculo entre ejercicio físico y salud, y por ello Daher apuesta por aprovechar los desplazamientos en este sentido. Como ejemplo puso a los escolares, que en otras generaciones lo habitual era que hicieran andando el camino entre sus centros educativos y sus hogares.
La naturaleza es una gran aliada en el cambio de paradigma para hacer las ciudades más saludables. En esta línea afirmó que el 4% de la mortalidad estival en las ciudades es atribuible a las islas de calor urbanas. Aumentar un 30% la cubierta arbórea en ellas puede reducir hasta 1,3 grados la temperatura y evitar un tercio de estos fallecimientos, según el informe de The Lancet de 2023.
Pero además, en el ámbito económico, también es positiva esa renaturalización de las ciudades. De hecho, las zonas con más jardines se revalorizan porque se hacen más apetecibles para vivir en ellas. Es por ello que también hay que actuar en toda la ciudad, no solo en algunos barrios, porque se acrecentarían las desigualdades, insistió. «Si queremos que Salamanca sea una ciudad que prospere, de aquí a final de siglo tenemos que facilitar que den salud a la gente, las personas no tienen que estar recorriendo la ciudad para encontrarlos», concluyó.
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