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Para cuidar un metro cuadrado de césped hace falta invertir entre 10 y 20 litros de agua en su riego diario, dependiendo de las características del suelo y las condiciones climáticas. Aunque las praderas verdes como campos de fútbol forman parte de lo que durante muchas décadas se ha extendido en el imaginario popular como el jardín ideal, no se trata de una alternativa sostenible con un clima como el salmantino, muy seco y caluroso en verano, aderezado con olas de calor como las que surfeamos estos días. Debemos cambiar el concepto de zona verde y acostumbrarnos y de lo que se considera un espacio «cuidado y limpio».
Salamanca cuenta en la actualidad con más de 500 zonas verdes municipales que en total suman 2.730.050,26 metros cuadrados de superficie, según los datos actualizados a 30 de junio de este año facilitados por el Ayuntamiento. Una buena parte de estos espacios ajardinados se han ido creando en los últimos años. Y no se trata de un capricho estético, es parte de la adaptación de la ciudad al cambio climático que se ha podido desarrollar gracias a fondos europeos, como el EDUSI Tormes+ y el LIFE Vía de la Plata.
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La vegetación puede bajar varios grados la temperatura de las ciudades, rompiendo las islas de calor y contribuyendo al bienestar de los vecinos y a su salud. La necesidad de medidas de este tipo las comprobamos estos días. De hecho, la provincia de Salamanca ha experimentado varias jornadas consecutivas con valores superiores a los que marcan riesgo para la salud y se les atribuyen siete fallecimientos en una semana. En esta línea, durante el verano de 2023 las defunciones estimadas por un exceso de temperatura alcanzaron los 29 casos, mientras que en 2022 se alcanzaron los 141 decesos, siendo una de las provincias más afectadas de España.
Pero ¿cómo conciliar el aumento de zonas verdes con un ahorro de agua que lo haga sostenible? El Ayuntamiento de Salamanca está favoreciendo la plantación de especies autóctonas de bajo consumo hídrico. La introducción de este tipo de vegetación favorece además la población de insectos benignos que son efectivos para la polinización y la lucha contra las plagas.
El truco en muchos casos es imitar a la naturaleza y fijarse en las plantas autóctonas que sobreviven de forma natural en la zonas menos intervenidas por las personas. También en adaptar estos cultivos a las distintas características del suelo y la cercanía del río, regatos o aguas subterráneas, por ejemplo.
Y si en la naturaleza cambian los colores del campo en las distintas estaciones, en los parques urbanos también debemos acostumbrarnos a ver colores más dorados y marrones después de la primavera.
En el entorno del río, por ejemplo se ha tratado de recrear el sotobosque de ribera con sus chopos, álamos, alisos, fresnos y saúcos. Y a medida que se alejan de la orilla, la vegetación va variando a aromáticas como el tomillo o la lavanda, entre otras, y encinas, por ejemplo. Y si donde el suelo lo ha permitido se han colocado frutales como los almendros y membrillos, que requieren poco riego.
Otra de las estrategias utilizadas es agrupar las plantas formando rodales con plantas con similares necesidades respecto a suelos y humedad. Con ello se reduce desperdicio y se optimizan los riegos.
En los jardines de la ciudad también se opta en muchas ocasiones por otras especies con bajo requerimiento hídrico en lugar de césped y otras que se venían utilizando antes. Los arbustos son un buen ejemplo y aromáticas como la salvia, por citar algunas.
Una de las principales medidas en el ahorro de agua en los jardines salmantinos es el sistema de telegestión de riego, ya presente en casi la cuarta parte de la superficie de zonas verdes de la ciudad, que permite una reducción de hasta el 40% del consumo de agua, según destacan desde el Ayuntamiento. Este sistema no sólo permite realizar una planificación de manera inmediata según los datos recogidos por los sensores, sino que también éstos detienen el riego en caso de lluvia.
El control de los riegos se realiza a través de una aplicación de teléfono móvil o tablet, que permite ajustar la dosis de riego de acuerdo a los datos aportados por una estación meteorológica asignada. También supone una utilización más racional de los recursos, pues la telegestión evita desplazamientos a los operarios municipales para proceder a la programación manual de equipos. Así, pueden conocer a distancia el estado de los equipos y de los sensores.
El riego de las zonas verdes se adapta a las circunstancias de cada estación del año. Al llegar el verano, con las correspondientes olas de calor, se favorece el riego nocturno para un mejor aprovechamiento del agua. Los expertos destacan que en verano lo más adecuado es regar al amanecer o al atardecer. De esta forma se evita que las plantas sufran quemaduras y se facilita el aprovechamiento del agua por las plantas porque el suelo no está tan caliente, la humedad se mantiene más tiempo y se evita la evotranspiración, es decir la pérdida de agua por evaporación directa.
Desde el Ayuntamiento destacan también que para ahorrar, sobre todo se han ido incrementando paulatinamente la superficie con riego por goteo, que hace que el agua se quede donde hay plantas y no se reparta a lugares en las que puede llegar a evaporarse sin haber llegado a ser aprovechada, y telegestión de riego.
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No obstante, la mano de los jardineros es insustituible para muchas tareas. Los aspersores en ocasiones se atascan, se sueltan, se averían, son pisados o movidos por peatones o perros. Su presencia es necesaria para reajustar los aspersores para que el agua se quede donde corresponde y no se pierda corriendo por las aceras y el asfalto, como en muchas ocasiones se ve por las calles de la ciudad. En este sentido, desde distintas asociaciones vecinales reclaman que se incremente su presencia ante los reiterados problemas que detectan en el riego de parques y jardines y que muchas veces tardan en solucionarse.
Por otra parte, el Ayuntamiento ha construido una nueva captación para economizar el consumo de agua en el parque de los Huertos Urbanos y zonas verdes junto a la ribera del Tormes, así como una planta fotovoltaica con sistema de baterías de almacenamiento para autoconsumo eléctrico, favoreciendo la eficiencia y el ahorro energético.
Todas estas medidas han permitido reducir de forma paulatina el consumo de agua en las zonas verdes en 823 metros cúbicos por hectárea desde el año 2019. Si en aquél año el consumo por hectárea era de 3.651 metros cúbicos, el año pasado se consiguió que bajara hasta los 2.828 metros cúbicos por hectárea. Teniendo en cuenta que los parques y jardines municipales de Salamanca suman más de 270 hectáreas, esta cantidad supone un ahorro total de 229.617 metros cúbicos cada año. El equivalente a casi 92 piscinas olímpicas.
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