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Llevan 15 años quedando los domingos entre marzo y agosto en la puerta del Milagro de San José a las 8 de la mañana. Van provistos de prismáticos, GPS, mallas y varillas metálicas pero, sobre todo, de pasión por las aves. SEO-Salamanca está en la recta final de su Campaña Aguilucho 2023. Nos unimos a ellos para descubrir la labor que pueden desarrollar a lo largo de una jornada.
El destino son campos de trigo y cebada de distintos pueblos, en esta ocasión cercanos a Peñaranda, donde anidan el aguilucho pálido y el aguilucho cenizo, dos especies amenazadas que se encuentran recogidas en el Libro Rojo de las Aves de España que recopila las aves con un estado de conservación más preocupante. Estas elegantes rapaces son muy útiles para controlar las poblaciones de topillos, ratones, langostas, pequeños reptiles y aves granívoras.
A pesar de su gran valor en los ecosistemas y los beneficios que aportan a la agricultura, las poblaciones están en declive. SEO Birdlife calcula que en los últimos diez años se ha producido en España un descenso de más del 20% de aguilucho cenizo (Ave del Año 2023). Actualmente se considera una especie vulnerable, mientras que el aguilucho pálido ha descendido en torno a un 50% y se encuentra en peligro. Una de las razones es que un alto porcentaje de los pollos muere cada año en el nido durante la recolección del cereal.
Ante esta situación SEO-Salamanca llevó a cabo la primera Campaña Aguilucho en 2009 para tratar de proteger a los pollos. Ellos aprendieron sobre los cuidados de los nidos de compañeros de Extremadura y han trasladado sus conocimientos a otros de Segovia. Año a año van conociendo más a fondo a estas aves, los peligros a los que se enfrentan y a mejorar sus intervenciones. En este tema no hay libros ni escuelas. Aprenden a base de ensayo y error, con mucho trabajo sobre el terreno.
A las 8:30 horas de la mañana se agradece el aire fresco en el campo. Algunos miembros del equipo vigilan con telescopios y prismáticos un lugar en el que saben que hay un nido. Desde hace meses han visto indicios, pero es imposible dar con él. A estas alturas de la temporada y con el tiempo tan ajustado ya no pueden seguir buscándolo. Otra parte del grupo ya está comprobando los avances de otro de los nidos, muy cercano a este.
Nos explican que el primer paso al inicio de la campaña es salir en busca de nidos y registrar la localización con GPS. No es una tarea sencilla y requiere muchas horas de observación, atentos a los indicios adecuados. Se trata de encontrar pequeños hoyos de un tamaño menor que un sombrero entre mares de cereal. Cuantas más personas se impliquen, más superficie se puede cubrir. Por ello la campaña es un programa de voluntariado abierto a quien esté interesado en la conservación ambiental. Este año participan en total unas 15 personas, lo que les ha permitido llegar a unos 15 pueblos y localizar 33 nidos, de los cuales 7 son de aguilucho pálido y el resto de cenizo.
Cuando ya saben dónde hay nidos, es el momento de hablar con los propietarios de las tierras o los agricultores que las trabajan para pedirles permiso para protegerlos. Les ofrecen una pequeña compensación económica razonable por dejarles colocar el cercado para que los pollos queden a salvo en su interior y no cosechar los pocos metros cuadrados que ocupa. Los equipos son muy respetuosos en todo momento con los cultivos, cuidan cada paso que dan. Acceden a los nidos lo mínimo posible.
Al principio, explican, los agricultores les miraban con cierto recelo. No dejaban de ver en ellos a extraños vigilando sus tierras sin saber con qué fin, porque hasta que no encuentran los nidos, no contactan con ellos. Ahora tienen confianza, saben qué hacen y en general se muestran muy receptivos y amables. Uno de los pioneros y miembros fijos de las campañas recuerda el caso de un agricultor que al principio no creía que los aguiluchos criasen entre el trigo y la cebada. Les decía que estarían en los árboles. Hasta que no le enseñaron el primer nido y lo comprobó con sus propios ojos no lo creyó, asegura, pero desde entonces colabora.
Con quien sí tuvieron más problemas hace cuatro o cinco años fue con unos cazadores que no querían la presencia de estas aves porque consideraban equivocadamente que les arrebataban la caza, lamentan.
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Con los nidos localizados, comienza su seguimiento. Eso es precisamente lo que hacen esta mañana. Hay muchas cosas a tener en cuenta. Si el nido se encuentra en un cultivo de cebada se cosechará antes que si es de trigo. El momento de la recogida también depende de otros factores. Este año con la sequía y las malas cosechas lo normal es que se hubiera adelantado la siega. Sin embargo, las lluvias lo impidieron.
Eso ha dado tiempo a salir y crecer bastante a muchos pollos, pero este año la cría va un poco tardía, explican los responsables de la campaña. De hecho, en uno de los nidos que están comprobando esta mañana encontramos un pollo de muy pocos días. Va a crecer poco antes de que entren las máquinas, quizá a lo largo de la semana. Por ello colocan el cercado metálico alrededor, con cuidado de que quede bastante cereal donde refugiarse al menos en un lado del cercado.
La instalación de esta protección siempre se retrasa lo máximo posible. Su presencia puede delatar la ubicación tanto a los depredadores como a los desaprensivos. No sería la primera vez que se encuentran con impotencia que les han robado el cercado y han expoliado los pollos, o incluso que alguien ha entrado y los ha matado a pisotones. Ambas cosas son un delito, especialmente al tratarse de una especie protegida.
Si los jóvenes aguiluchos pueden volar antes de que se produzca la cosecha, no hace falta instalar los cercados. Por ello, si pueden atraparlos, solo los anillan, cumpliendo con todos los trámites administrativos pertinentes. Y si los pollos aún no vuelan pero son muy grandes y ya empiezan a desplazarse los cercados también resultan inútiles porque podrían saltarlos. En casos como esos SEO-Salamanca está muy pendiente de cuándo se va a cosechar la parcela en cuestión para cogerlos mientras se está realizando la cosecha y que las máquinas no sieguen sus vidas con el cereal.
Hay algunas ocasiones en las que resulta inviable seguir todos estos pasos: un nido demasiado cercano a un camino, muy desprotegido o con algún otro riesgo inminente. Como último recurso se recogen los huevos o a los pollos y se llevan al CRAS Las Dunas para que se encarguen de garantizar su correcto desarrollo. Los huevos se meten en incubadoras. A los pollos muy pequeños se les alimenta a mano durante las primeras semanas hasta que pueden ser metidos en un hacking, que es un espacio de cría campestre en semilibertad. Allí se les echa alimento para que coman ellos solos hasta que tengan la suficiente destreza para poder ser reintroducidos en el medio natural.
Tomar la decisión de sacarlos del nido es duro. Si las parejas de aguiluchos ven que en un lugar pierden las puestas pueden no volver. Pierden el apego al territorio. Por eso no es una decisión que tomen a la ligera, aunque generalmente tengan que tomarla en poco tiempo.
Las chicharras cantan con intensidad. Son las 12 del mediodía y en medio de un trigal el sol no perdona. Estamos en el último nido de la mañana y en él los pollos se encuentran en la fase más problemática. Ya no funcionaría poner un cercado. En cualquier momento durante los próximos días les avisarán de que van a cosechar y, aunque estén trabajando, tendrán que coordinarse para venir a capturarlos durante el tiempo que estén las máquinas por la zona. Es duro haber llegado hasta aquí y no saber si se van a salvar finalmente los pollos. Faltan medios.
A pesar de todo este trabajo, son muchos los pollos siguen muriendo cada año al paso de cosechadoras y empacadoras. SEO-Salamanca afirma que la medida más efectiva para que vivieran las crías sería retrasar la cosecha de toda la parcela. Los ciclos de cosechas y reproducción de estas aves cada vez son más incompatibles, y más en un contexto como el actual de cambio climático. Como segunda mejor propuesta para conseguir incrementar el éxito se podría dejar media hectárea alrededor del nido sin cosechar.
Pero en ambos casos las administraciones deberían asumir el pago de una compensación económica a los agricultores que adoptasen en las tierras con nidos las medidas necesarias para la conservación de estas especies. Con los medios económicos de SEO-Salamanca sólo pueden alcanzar el pago de los pequeños espacios que se protegen actualmente.
Tras el trabajo de campo, llega el momento del aperitivo antes de la despedida. El equipo comenta que cada año, cada zona, cada nido e incluso cada pollo son diferentes y tienen que decidir lo mejor para ellos. Equivocarse resulta doloroso porque no se trata solo de la vida de un ejemplar, sino de una parte del futuro de las poblaciones de aguiluchos.
La intensificación agraria, la reducción de linderos y barbechos, el uso de pesticidas, la transformación del secano en regadíos o cultivo de árboles, y sobre todo, como vemos, las cosechas en plena época reproductiva están perjudicando gravemente a esta especie. Este año en los nidos registrados existe poca producción de pollos. Si un buen año pueden tener cinco e incluso seis pollos, en este hay nidadas de uno, dos o un máximo de tres.
Pero no hay que rendirse. Como dato positivo, esta temporada han contado con más voluntarios que en las últimas ediciones, lo que les ha permitido abarcar más terreno. Cada pollo que logre volar es una esperanza y de momento alguno está dando sus primeros vuelos. Con el retraso reproductivo de este año, todavía quedan unos cuantos fines de semana de trabajo. Cada Campaña Aguilucho SEO-Salamanca lo da todo por estas aves. Sin ellos habría menos aguiluchos surcando los cielos. Por ellos continuarán madrugando (como siempre de manera altruista) más domingos de este verano, y los que vengan.
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