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El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha confirmado la sentencia a J. A. V. S impuesta el pasado 28 de febrero de 2024 por la Audiencia Provincial de Salamanca, en la que se condenaba al autor de los hechos a once años y medios de prisión y seis de libertad vigilida. Además, el ya dclarado como culpable del crimen del Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo en 2022 tendrá que indemnizar a la pareja de la víctima con 150.000 euros, y con 65.000 y 35.000 euros a otras personas afectadas -todos ellos familiares de la víctima-. En total, 775.000 euros.
El acusado fue el último en declarar durante el juicio celebrado a lo largo del mes de febrero, tras los hechos expuestos por los testigos protegidos, así como las pruebas presentadas por los peritos llamados a declarar. Se refería al suceso como «desenlace fatal», como «tragedia». «Cambiaría muchas cosas, cambiaría una mano por esa noche», confesaba.
A pesar de su arrepentimiento y de asegurar que había sido un «forcejeo», el jurado popular por unanimidad y con las pruebas sobre la mesa, le declaró culpable de homicidio.
De acuerdo con el objeto del veredicto que recogía los distintos hechos alegados por las partes, así como los hechos delictivos por los que el acusado debía ser declarado culpable o no, se establecían cuatro hechos. El primero y definitivo, porque fue el adoptado por unanimidad de las nueve mujeres, era el siguiente: «Considera el jurado que el acusado es culpable, como autor material y directo, de haber dado muerte a la víctima, actuando de forma intencionada, siendo su acción constitutiva de un delito consumado de homicidio«.
Además, otro los hechos presentaba un veredicto de un delito consumado de asesinato por actuar con alevosía y aprovecharse de la situación de inferioridad de la víctima; un tercero, que proponía un veredicto de homicidio imprudente, al considerar que el acusado podría haber actuado sin intencionalidad; y un cuarto de no culpable por concurrir la eximente de legítima defensa.
J. A. V. S. , modificó su primera versión, en la que aseguró que sí había llevado una navaja hasta Ciudad Rodrigo el pasado 26 de febrero de 2022, municipio al que fue con una amiga y una conocida para disfrutar del Carnaval desde primera hora en la capea. Así, tras pasar por varios locales, donde tomaron «un par de copas en cada uno», llegaron al lugar de los hechos a eso de las «tres o tres y media de la mañana». Sin ninguna navaja de por medio, reiteraba el presunto asesino frente al Tribunal.
En el último local mencionado, el acusado de los hechos se enfrentó en primer lugar con dos chicos, con los que tuvo más que palabras. «Estuve aguantando y no paraban. Estuvieron desafiándome. Le di un empujón, tuvimos una discusión y al rato me pidió perdón». Reconoce, también, que hubo «golpes», un «forcejeo», reaccionando «mal» porque «llevaba mucho tiempo aguantando»; como consecuencia de esta reyerta, el bar decidió cerrar sus puertas: «nos echaron enseguida», alegaba el declarante.
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Una vez se encendieron las luces, indicador de que el bar cerraba, el supuesto autor del crimen salió junto a sus acompañantes, momento en el que escuchó «golpes de cristal». «Había alguien que les estaba tirando cosas», advertía, deparando así en un hombre en el que «no» se había «fijado» hasta entonces. «Si no hubiera pasado esto no lo hubiera recordado», declaraba el presunto asesino, refiriéndose a la víctima.
J. A. V. S. creía que a la víctima «no le había pasado nada» ya que, tal y como relata el supuesto agresor, ésta se quedó de pie como si nada hubiera ocurrido. El declarante, por su parte, salió del local para evitar que el conflicto fuera a más. Por el camino, a pesar de que su mano «sangraba mucho», con motivo del supuesto corte realizado por la víctima, no paró en ningún centro de salud para ser atendido: «Mi prioridad era llegar a casa», justificaba al Tribunal.
Ya en su domicilio le contó a su mujer lo acontecido y, unas horas más tarde, se enteró a través de la prensa de la tragedia: «Hablé con un abogado y me entregué», relataba. «Esto es la ruina de mi vida por una puta noche, por una maldita noche, he arruinado la vida de dos familias», se lamentaba, dando por concluido su alegato.
Fueron muchos los llamados a declarar durante el juicio, desde las mujeres que acompañaban al autor del homicidio, pasando por camareros y el dueño del local, hasta los amigos de la víctima.
Algunos testigos declararon que el acusado de dar muerte a la víctima, se había peleado antes con otras dos personas en el interior del bar y por ese motivo, el dueño del establecimiento había dicho a sus empleados que apagasen la música y encendiesen las luces. Fue en ese momento cuando la gente fue saliendo hacia la calle, incluido el dueño del establecimiento y sus dos empleados, a la espera de que el local se fuese vaciando y llegase la Guardia Civil. En ese periodo de tiempo, se produjo una discusión entre el acusado y la víctima, decidiendo la víctima lanzar una botella hacía la salida del establecimiento que, según la declaración de las dos mujeres que acompañaban al acusado, golpeó a una de ellas.
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«Poco después, se escucharon unos gritos y alguien salió del bar gritando que lo habían matado», coincidieron los tres testigos que trabajaban en el local y que reiteraron en que no vieron como se produjo el fatal desenlace.
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