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Este 1 de enero entra en vigor la nueva Zona de Bajas Emisiones que supondrá la restricción de entrada al centro de Salamanca de vehículos. Lo hace justo cuando la almendra central de la ciudad sigue sufriendo problemas de exceso de circulación, con asuntos sin resolver como el tráfico de patinetes y la presión de un nuevo problema de fondo: el colapso de los parking subterráneos.
En las últimas semanas, casi en cada puente, fin de semana y festivo se han repetido las colas en los principales aparcamientos subterráneos de la ciudad. Todos están en el interior de la ZBE y, con la nueva normativa, ir a aparcar el coche a estos lugares está permitido, pero es una tarea casi imposible.
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El problema viene de atrás y hace un año, en la pasada Navidad, ya se manifestó de forma cruda. El pasado 1 de enero de 2024 la grúa se llevaba una veintena de coches mal aparcados que sus propietarios habían dejado estacionados en la propia plaza ante la falta de espacio en el parking de Santa Eulalia.
Los subterráneos de la plaza de Santa Eulalia y plaza del Campillo son los que más lo sufren, pero también hay problemas en el resto de los que se encuentran más cerca del centro histórico. Se han intentado paliar con paneles informativos que, por lo visto, no disuaden o no informan porque las colas se siguen produciendo, incluso cuando informan de que los parkings están 'completos'.
El problema tiene trascendencia porque confirma que la atracción del centro de Salamanca hacia salmantinos y visitantes desborda con mucha frecuencia la capacidad de sus aparcamientos. Y teniendo en cuenta que cada vez hay menos en superficie y que prácticamente todas las calles de las dos zonas delimitadas acabarán por estar restringidas, el colapso de los parking se mantendrá como una de las pruebas del problema de fondo de Salamanca con su ZBE, que es el exceso de circulación.
Aunque la norma se va a aplicar de forma diferida y todavía no tendrá efectos prácticos, a partir de este miércoles quien acceda sin autorización al perímetro limitado será identificado por las cámaras azules que vigilan numerosos puntos de entrada y salida. Estos vehículos recibirán una advertencia, una multa sin importe, que les avisará de que lo que hacen no está permitido y del trámite a cumplir para poder entrar sin riesgo de multa.
¿Cuál es la zona limitada? Aunque durante años se habló de una ZBE, en realidad está formada por dos perímetros, 1 y 2, que engloban todo el centro histórico de la ciudad. Buena parte del área, hasta el 90%, está peatonalizada aunque también alberga algunas calles con mucho tráfico como es el caso de la Gran Vía.
La principal diferenciación estriba en la fecha inicial de implantación de las regulaciones que ahora se aprueban. La ZBE1, más interior, estrenará medidas de forma efectiva a partir en 2024; los territorios de la ZBE2, por contra, esperarán hasta el 1 de enero de 2029, aunque en ambos casos las restricciones a vehículos no llegarán hasta 2029.
El sistema, obligado por normativa nacional, viene a suplir el que ya existía de cámaras de acceso a las zonas peatonales, pero refuerza el control y, en un futuro, endurecerá las restricciones. Sin embargo, la clave va a ser el registro de accesos permtidos.
De momento, y hasta julio, no habrá sanciones a la espera de implantar todo el registro de usuarios, pero se efectuará un control más exhaustivo de los accesos a la zona peatonal donde circulan cerca de 30.000 vehículos al día según datos de la Policía Local: un número excesivo que se pretende limitar.
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Según la ordenanza, son numerosos los vecinos, colectivos, profesionales, usuarios y situaciones en los que va a esta permitido circular por unas calles que, en teoría, deberían eliminar su tráfico. Según los cálculos municipales, el centro peatonal y limitado a la circulación acoge miles de vehículos diarios y parece que, en buena medida, lo seguirá haciendo, lo que convertirá la restricción en inútil a efectos de contaminación y peligros.
Además del exceso de coches donde no debería haberlos y las colas para entrar en los aparcamientos subterráneos, el ayuntamiento tiene pendiente también arreglar la cuestión de los 'riders'. Hace meses que se manifestó la intención de crear corredores de acceso y zonas de aparcamiento para ordenar la circulación de los vmp, especialmente en el caso de los profesionales de la paquetería.
La solución urge porque la presencia de estos vehículos es cada vez mayor y su incidencia en el tráfico, creciente. Algunos han sido sorprendidos a altas velocidades y ha empezado a vigilarse este aspecto con radares. Muchos protagonizan accidentes que se han incrementado.
Y luego está la cuestión estética, ya que su acumulación en el entorno de establecimientos de comida rápida genera problemas de convivencia con los peatones.
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